Quitarme el tatuaje era algo que jamás pensé hacer. Siempre pensé que podría “taparme” el indeseado tatuaje tribal que tenía desde hacía aproximadamente 10 años. El problema era que todos los artistas con los que hablé para hacerlo dudaban que sería posible, tomando en cuenta el tamaño y la gran cantidad de tinta negra que tenía mi tatuaje.
Con el tiempo, llegué a explorar la opción de quitármelo. Investigué y encontré que la máquina “Picosure” era la mejor opción que había en el mercado. Solo unas pocas instalaciones de la Florida tenían esta máquina vanguardista. Por suerte, había una en Miami, y decidí ir en persona y averiguar sobre el procedimiento.
En cuanto llegué a “L’Arte Della Bellezza”, me atendió la amable recepcionista, y me mostraron las instalaciones. Tuve la oportunidad de ver lo inmaculadamente limpio que está el lugar, y hasta pude conocer al Dr. Lalama y hablar con él sobre el proceso de la eliminación y la recuperación subsiguiente.
Esto me tranquilizó, ya que supe que sería un médico quien haría el procedimiento y no un técnico que gana $8 la hora. Sentía temor por los cuentos que había escuchado sobre el dolor que conlleva el láser. El Dr. Lalama me explicó que hacen todo lo posible por minimizar el dolor, utilizando cosas como cremas anestésicas y un aparato para enfriar la piel que le echa aire bien frío al área durante el proceso.
Estaba convencido que esto era para mí, y decidí comenzar ese mismo día. No podía creer todo lo que se borró después de una sesión, y lo rápido que fue. Terminé en menos de tres minutos, sin exagerar, y mi tatuaje era grande, así que me imagino lo rápido que se puede quitar uno pequeño. Después de cuatro sesiones más, mi tatuaje desapareció por completo, y no tengo ninguna cicatriz.
Incluso llevé a mi novia para que se hiciera la eliminación de vellos con láser que siempre había deseado, y nos dieron un muy buen precio por ser clientes habituales. Vale la pena mencionar también que hacen el mejor latte que he probado en mi vida. ¡Nunca me iba sin tomarme uno!*
Cuando tenía 19 años de edad, era joven e ingenua, y me tatué el nombre de mi novio en letra cursiva en la cadera. Pensé estar enamorada y que él era el hombre de mi vida, así que me pareció buena idea en aquel momento. No duramos juntos, y me pasé los próximos siete años explicando quién era “David” cada vez que me ponía un biquini. Quería tapármelo, pero no quería hacerme un tatuaje grande y sin sentido solo por evitarme la vergüenza.
Una amiga me remitió a L’Arte Della Belleza y, después de mi consulta con el Dr. Lalama, decidí quitarme mi tatuaje con Picosure. Me alegra decir que después de tres sesiones, el nombre de mi ex novio desapareció por completo, y los pocos residuos de tinta que me quedan deben desaparecer después de otra rápida sesión. Se lo recomiendo sin reservas a cualquier persona que tenga un tatuaje del que se haya arrepentido. Lo único que lamento es que esta tecnología no haya existido hace años. ¡Me hubiera ahorrado todas esas explicaciones embarazosas en la playa!*
*Los resultados pueden variar según la persona